jueves, 16 de junio de 2011

Fugas precisas de blues y surrealismo



Los textos aquí descritos fueron relatados de planeta a planeta,
en algún sol.
La grisácea capa que protege sus tesoros... 
salpicó locura por todos lados, ensuciando el blanco...


"La silla no es quedarse ni sentarse, 
no es la estación de tren, 
ni una banca larga, 
ni la espera perenne del regreso de nadie, 
alguien o algo. 


No es esperar, 
no es tampoco una esperanza, 
ni se trata de olvido, 
se trata sentarte a descansar, 
de cerrar, y abrir la ventana, 
la puerta, el alma, las alas... 






volar"


De volar hablamos un rato 
cuando caer sólo se hacía, 
en un ocio y por hastía, 
y por encima de mi otra realidad, 
estaba esta otra línea:



"Si he de morir, 
que sea en la risa 
y no en el llanto 
que provoca no tener tu risa."


Y es cuando al día siguiente viene la musa vestida de dientes, 
y me sopla la veleta, 
y me vuelvo a mover de mi sitio... 
y es entonces cuando vuelvo a escribir, 
y me acerco más a mí:


“Y me reí...
de todo me reí...
en la regadera, 
en el auto, buscando, 
como es siempre, 
en la calle caminando, 
me reí...
y cuando no te vi...
me callé.”

Y quedé en silencio, 
la mar quieta, 
el pez-viento:


“Cuidar de ti, de mi...
cuidarnos de morir en gris. 
Un par de brazos extra para salvar el alma, 
para compartir la hamaca y el ocaso, 
para alimentar el cuerpo y sanar lo malo. 
Quiero cuidarte y que me cuides, 
quiero quererte y que me quieras."


Algunos sueños y matutinas flores:
"Eran las seis, 
sonaban las aves, 
levanté mi cabeza de alguna almohada, 
me vino un dulce viento a la memoria, 
tu recuerdo me vino a visitar anoche, 
se sentó en mi cuello...
y me habló de ti."

Ya me asomaba a la ventana, 
para respirar, 
para dejar de patalear, 
tu presencia en la ausencia. 
Entonces venía una nota flotando 
y se depositó sobre las letras y quisieron decirte la música de las musas:
"Tú tocando; 
Yo pintando; 
el silencio será la siguiente charla, 
abrazados en la cama."
En el negro
más al centro y encima, 
arriba de allá, por sobre aquél... se levantó uno, y levantó su copa:
"Se endulzaron dos locos 
aquella tarde de luna,
después se encontraron cabales
para celebrarse trémulos...
carnales"

Enseguida se entromete la dicha, 
se levanta,
enseña los dientes, 
son blancos, puros, honestos
como ésto, que, cuando vienes, canto:
" ¡Y es que cómo se te ocurre! 
¡atravesarte!, y hablarme olor a mandarinas y miel, 
y ¡callar !
¡yo también! ¡a callar! ¡cerrar la boca!, 
es tiempo de sólo mandar besos inconscientes, 
re-leer los clásicos y pintar hasta con los dientes, 
de escribir los versos, 
de olvidaros de lo escaso, 
trabajar, y en la marcha... 
ilustrar en colores mi más aburridos temas en penas, 
mis más dichosas bendiciones nuevas"


Sonriendo y serena, 
ya se desquebrajó el espejo que lo nota, 
unas pupilas de lejos, 
me saludas a tus ojos, 
que ya celebran sus lentes.

El Tigre corre, y es libre, y sobre todo surrealista.

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