jueves, 20 de enero de 2011

Disposiciones de una mujer en-amor activa:





Estos años he vivido en una cajita musical, quiero decir con esto que, si alguien abriera alguna puerta o ventana – dependiera de la cantidad que se buscase como inicio- llegaría fácil al dormitorio y pronto a la cocina, hubo un evento que me acostumbró a ese orden, yo venía educada para meter a alguien a la cocina, incluso tener la casa entera antes que irme a la cama con él! cuestiones conservadoras, han de entender.
Al saber esto, el caballero deseoso y con la desesperación entre las piernas, querrá entrar con flores de plástico (típico de varones sin forma) al dormitorio, fíjese pues que tendrá que detenerse a ver bajo sus pies que tanto aprietan el paso y lo arruinan todo, le estoy dejando escrito en el tapete, como forma intertextual, una nota de advertencia, encontrará en ella la disposición de la habitación cardiaca:

La bailarina valsa mientras un piano le apoya en afanada voluntad, la identidad del amante será descifrada en el momento en que logre, tener la paciencia para quedarse a la función, no tiene el programa de mano, por lo general un programa de mano es papel escrito y no te sorprende, y con dicha referencia, no tiene la caraja idea de cuándo la mujer es que danzará ante sus ojos.
Cuando por fin el hombre logre ver a la mujer elevando su cuerpo al baile, se podrá descubrir la identidad del pianista explorador.

Reconozcamos una verdad aquí:
Ningún piano se toca solo… hay un hombre detrás de mi piano.

A mi hombre-piano, detrás de las montañas bañándose en mi mar.



Edgar Degas y sus bailarinas.

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