lunes, 15 de julio de 2013

Orilla negra, eterna sobre el blanco.

Solía temblar en mi voz,
un grito de ira, un silencio amortajado.
Embriagaba de agua salada
mis dulces pantanos.
La tierra parió un latido,
hizo crecer un árbol, y sobre la rama más cruel,
un jilgero entona vigoroso canto sin reclamos.

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